La simbología es difícil.

Dada la ignorancia del que esto escribe, no sería demasiado difícil de explicar, pero es que a los demás mortales les pasa lo mismo. El motivo es claro: hay que conocer las claves; y eso es difícil, o al menos no se consigue en cuatro días.
Cuando hablo de símbolo, quiero decir algo bastante concreto; pero debido a mi ignorancia no estoy seguro de que el concepto sea el habitual, así que me explicaré un poco.
Un símbolo en el sentido que yo quiero hablar no exactamente lo mismo que un signo. Los signos son cosas de cualquier tipo, sin ninguna restricción en su naturaleza, portadores de un significado. Un significante es el portador de un significado. Según esta definición un símbolo románico no es sino un signo. La cuestión es que es un signo bastante especial.
Lo que ocurre es que visto desde esta perspectiva tan amplia, los signos pueden ser simplemente el consecuente de un antecedente que no vemos; sin intencionalidad alguna, ni emisor. Si vemos humo sabemos que hay fuego o al menos combustión de alguna forma. El humo es para nosotros signo de la combustión en virtud de una relación causa-efecto previa y conocida. En nuestro caso el humo es el efecto causado por la combustión, de modo que la visión de este nos permite inducir la existencia de aquel.
No todos los signos son de este tipo; desde luego. Una palabra pronunciada o escrita; o una flecha indicando un camino son dos tipos de signos diferentes al humo del ejemplo anterior.
Son diferentes por varios motivos: son intencionados, tienen autor y la unión entre el significante (lo que vemos) y el significado (lo que entendemos) no es una relación causa-efecto; sino un convenio.
Ahí empiezan las dificultades, porque los convenios son bastante arbitrarios, y a veces los signos tienen claves que facilitan su entendimiento (como el caso de la flecha indicando el camino) mientras que otras veces la arbitrariedad es completa, y no hay más camino que conocer el código (caso de la palabra hablada y escrita, salvo en el caso de onomatopeyas muy claritas.
Aún para los signos con claves, la dificultad está ahí. Nos parece obvio que una flecha indica el camino que está en la dirección de la punta porque tenemos un aprendizaje cultural. Sabemos qué es una flecha, y sabemos que el arquero las dispara con la punta hacia adelante por razones aerodinámicas de una obviedad aplastante para nosotros; pero no sé yo si un extraterrestre lo vería tan claro.
Pues bien, llamaré símbolo a un signo del tipo flecha, no del tipo humo o del tipo palabra escrita o sonido hablado. La diferencia está en que hay una clave interpretativa, en que la plasticidad del significante tiene relación no arbitraria con su significado; pero además hay más.
Eso más que hay me es difícil de explicar, sin duda por falta de conocimientos propios y por mi torpeza. Se trata de que esta relación entre significante y significado no es unívoca, y ahí empiezan los problemas y la riqueza de la simbología.
Quien esto escribe tiene una formación científica, no humanística; y está acostumbrado a que existan correspondencias unívocas (inyectivas diríamos) entre los conjuntos de cosas con los que tratamos. Eso no es así en el caso que nos ocupa. Cualquier símbolo que podamos contemplar en un templo románico no es nada sin un espectador que lo contempla, lo interroga y lo disfruta. El espectador sabio extrae de él una plétora de significados, analogías y enseñanzas, mientras que el espectador ignorante (el que escribe es un buen ejemplo de ello) se queda a medio camino, intuyendo un mundo de relaciones pero sin poder acceder a él.
Vemos pues que no hace falta pensar en tonterías esotéricas del gusto de Dan Brown y su estúpido Código da Vinci para quedarse prendado del románico; hay misterio suficiene sin apelar a falsedades. Quedarse prendado es fácil, pero disfrutarlo intensamente es más difícil porque conlleva esfuerzo por aprender.
Esa es mi intención, aprender y dejar constancia de lo poco que voy aprendiendo en este blog. Si además le sirve a alguien, pues miel sobre hojuelas.
La foto corresponde a un capitel de la portada meridional de la iglesia de Biota, en la comarca de las Cinco Villas de Zaragoza realizada por mi el 19 de Julio de 2.005. Intentaré utilizar exclusivamente fotos propias en este blog.
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Enrique -